miércoles, 23 de abril de 2008

¡Peralillo terminò auto diagnóstico!

El día 23 de abril, llegó auto diagnóstico elaborado por el comité de gestión ambiental local de Peralillo.

miércoles, 2 de abril de 2008

Propuesta de Anteproyecto evaluación de actitudes ambiéntales hacia problemas específicos

I. Marco Teórico

En la actualidad, los temas que presentan un mayor interés en la opinión pública y en el imaginario social, son los referidas a temáticas medioambientales. Problemas como el cambio climático, asociado al calentamiento global, la contaminación atmosférica y un sinnúmero de otros problemas y sucesos ambiéntales, han puesto de manifiesto la importancia de estudiar las conductas asociadas a dichas problemáticas.

1.1 Medio ambiente y problemas ambientales.

La vida de las personas se inserta en un contexto ambiental, donde los aspectos físicos constituyen la base natural del ambiente humano. Asimismo sus dimensiones sociales, políticas, económicas y culturales definen el rumbo y utilizan los recursos con los cuales las personas modifican y construyen el ambiente a partir de sus necesidades y aspiraciones, y a la vez la conducta humana es influenciada por las características de ese ambiente que él mismo ha modelado. Las personas aprenden y actúan sobre la naturaleza o el ambiente construido para satisfacer sus necesidades y esta satisfacción de necesidades va más allá de asegurar la existencia, creando productos industriales que determinan nuevas relaciones con el ambiente, al producir más en menos tiempo y desechar en mayor cantidad, produciendo mayor contaminación. (Brito, y Pasquali, 2006).

De Castro (1994), destaca que para intentar resolver problemas ambientales, no es suficiente analizar e intervenir sobre los flujos físicos de éstos, sino que debe ahondarse en los procesos mediante los cuales se desarrolla el comportamiento y las actitudes sobre el ambiente, por su parte Mosler (1993) señala que "los problemas ambientales de la actualidad no son problemas entre la gente y el ambiente, sino producto de los problemas entre los miembros de un sistema social". (En Brito, y Pasquali, 2006).

En relación a la definición de Medio ambiente, Ramírez (2006), da a conocer la “…necesidad de contextualizar la palabra ambiente, teniendo en cuenta tanto los diferentes imaginarios culturales y los característicos procesos sociopolíticos a partir de los cuales toma sentido el término”.

En términos generales la palabra ambiente, se encuentra presente en la Ley 19.300, de Bases Generales del Medio Ambiente, donde se define en el articulo 2, como: “el sistema global constituido por elementos naturales y artificiales de naturaleza física, química o biológica, socioculturales y sus interacciones, en permanente modificación por la acción humana o natural y que rige y condiciona la existencia y desarrollo de la vida en sus múltiples manifestaciones” (Ley 19.300, 1994) El Medio Ambiente se concibe entonces, como un sistema globalizado que se encuentra constituido por elementos: Naturales, Artificiales y Socioculturales

1.2 Conductas pro ambientales.

Las conductas proambientales se han estudiado, principalmente, desde un enfoque psicosocial atendiendo a valores, creencias y actitudes asociadas a la conciencia ecológica (Aguilar et al., 2005)

La conducta pro ambiental es un concepto en el que influyen diversos factores psicosociales que pueden estar interrelacionados. Un paso previo a la explicación, predicción o intervención para el cambio de conductas, va a ser sin duda poder identificar tales factores y las relaciones que existen entre ellos y la conducta (Vosmediano y San Juan, 2005) Puede ser definida como: “aquella acción que realiza una persona, ya sea de forma individual o en un escenario colectivo, a favor de la conservación de los recursos naturales y dirigida a obtener una mejor calidad del medio ambiente” (Castro 2001, en Aguilar et al., 2005)

Por su parte, Corraliza y Berenguer (2000), identifican dos determinantes de la conducta ambiental: los valores y las creencias. Los primeros conducirían a la activación de la norma personal a partir de los sentimientos de obligación moral, mientras que las creencias ambientales surgirían a raíz del análisis de costos y beneficios que la persona realiza sobre las consecuencias de la conducta. (Aguilar et al., 2005), además Amérigo, et al., 2005, complementan esta relación postulando que las creencias sobre las consecuencias de deterioro Ambiental esta motivadas o dinamizadas por los valores, entendiéndooslos como “…estructuras estables que se generan en el proceso de socialización y que orientan la acción” (Amérigo et al., 2005, p. 257)

1.3 Instrumentos utilizados para medir creencias y actitudes ambientales.
1.3.1 Versión en español de la escala New Ecological Paradigm (NEP) (Dunlap, Van Liere, Merting y Jones, 2000, en Vozmediano y San Juan, 2005).

En el Estudio Escala Nuevo Paradigma Ecológico: propiedades psicométricas con una muestra española obtenida a través de Internet, desarrollado por Vosmediano Y San Juan en el 2005, se utilizó Recientemente una versión revisada de la escala NEP elaborada originalmente por Dunlap en el año 2000, conocida como New Ecological Paradigm o Revised NEP scale, la cual consta de 15 ítems y se presenta como un instrumento mejorado ya que abarca de modo más exhaustivo las distintas facetas de una visión ecológica del mundo; equilibra el número de ítems en dirección pro y anti NEP; y actualiza la terminología de la primera versión. En esta nueva versión además de los tres temas recogidos en la escala clásica, se añaden en esta nueva versión ítems relacionados con la idea antroponcentrista.

Por su parte en España, en una adaptación de Amérigo y González (2000), se contempla como una escala de creencias generales de la relación del ser humano con el medio ambiente. Relacionan estas creencias con una serie de valores, intenciones de conducta pro ambiental y decisiones tomadas ante una serie de dilemas ecológicos.

1.3.2 Reformulación escala de Thompson y Barton (1994).

Esta escala fue desarrollada por Amérigo, Aragonés, Sevillano y Cortes, en el año 2005, desarrollando el estudio con una muestra de 212 estudiantes, concluyendo que los resultados obtenidos evidencian la existencia de una estructura bidimensional de las creencias ambiéntales, una dimensión antropocéntrica, que incluye a las dimensiones egocéntricas y altruistas de la escala original, y otra ecocéntrica, que incluye a la dimensión biosférica.

1.4 Conductas pro ambientales.

Las conductas proambientales se han estudiado, principalmente, desde un enfoque psicosocial atendiendo a valores, creencias y actitudes asociadas a la conciencia ecológica (Aguilar et al., 2005) La conducta pro ambiental es un concepto en el que influyen diversos factores psicosociales que pueden estar interrelacionados. Un paso previo a la explicación, predicción o intervención para el cambio de conductas, va a ser sin duda poder identificar tales factores y las relaciones que existen entre ellos y la conducta (Vosmediano y San Juan, 2005). Pueden ser definida como:

- “aquella acción que realiza una persona, ya sea de forma individual o en un escenario colectivo, a favor de la conservación de los recursos naturales y dirigida a obtener una mejor calidad del medio ambiente” (Castro 2001, en Aguilar et al., 2005)

Por su parte, Corraliza y Berenguer (2000), identifican dos determinantes de la conducta ambiental: los valores y las creencias. Los primeros conducirían a la activación de la norma personal a partir de los sentimientos de obligación moral, mientras que las creencias ambientales surgirían a raíz del análisis de costos y beneficios que la persona realiza sobre las consecuencias de la conducta. (Aguilar et al., 2005), además Amérigo, et al., 2005, complementan esta relación postulando que las creencias sobre las consecuencias de deterioro Ambiental esta motivadas o dinamizadas por los valores, entendiéndooslos como “…estructuras estables que se generan en el proceso de socialización y que orientan la acción” (Amérigo et al., 2005, p. 257)

1.5 Creencias ambientales

Según estudios realizados, las creencias ambientales se encuentran referidas a dos líneas de trabajo, las llamadas creencias biosféricas o ecológicas, que se refieren a la valoración de la naturaleza per se, es decir, se valora las consecuencias del daño medioambiental para los elementos no humanos del planeta y contempla el medio ambiente por su valor intrínseco, y las creencias antropocéntricas, referidas a la concepción de excepcionalismo humano , es decir, la idea de que los humanos son una excepción a las leyes de la Naturaleza-, y con la posibilidad de que se produzca una crisis ecológica derivada del cambio climático inducido por la actividad humana. (Vozmediano y San Juan, 2005), desde esta perspectiva se podrían decir que los individuos con creencias antropocéntricas sobre el mundo valoran el ambiente natural por la contribución de este en la calidad de vida humana, se encuentra vinculada a las consecuencias que el deterioro medioambiental tiene para uno mismo y para el ser humano en general, por lo tanto personas con mayor cantidad de creencias biosféricas o ecológicas tendrían una mayor probabilidad de comportase de manera pro ecológica.

1.6 Valores ambientales

Los valores corresponden a “…convicciones duraderas de que determinado comportamiento o modo ideal de vida es personal o socialmente preferible al comportamiento o modo de vida opuesto” (Brito y Pasquali, 2006) Según la clasificación de valores universales planteada por Schwartz (1992), se pueden identificar tres grupos (En Aguilar et al., 2005):

- En primer lugar, aquellos principios guía en la vida de las personas que representan preocupación por uno mismo (valores de orientación egoísta),

- En segundo lugar, los que representan preocupación por especies no humanas y por la biosfera en su conjunto (valores de orientación biosférica) y,

- En tercer lugar, aquellos otros principios guía que indican preocupación por las demás personas (valores de orientación social o altruistas). Además, la construcción de las actitudes hacia el medio ambiente se basa en las expectativas sobre el objeto de actitud, expectativas que, según estos autores, van a formarse desde la orientación de valores.

Los valores actuarían como un filtro que modula la información que la persona evaluará, de modo que si la información disponible sobre la situación, el objeto o la conducta en sí misma es congruente con los valores individuales, esa persona desarrollará unas creencias más positivas hacia dicha situación, objeto u acción. Estas creencias, al encontrarse más cercanas a las actitudes que los propios valores, influirán en que la persona se forme una actitud positiva y, por lo tanto, facilitará la realización de la conducta.

En este sentido, si la persona se encuentra más orientada hacia valores biosféricos, cabría esperar que sus expectativas o creencias sobre la conducta pro ambiental, en general, recogieran aquellas consecuencias que tendría la conducta para el medio ambiente, mientras que, si en la persona prima una orientación de valores egoísta, sus creencias se formarían evaluando las posibles consecuencias de la conducta para ella misma. Por el contrario, si la persona está orientada a preocuparse por las demás personas, sus creencias deberían estar dirigidas, también, hacia las consecuencias que su conducta medioambiental puede tener para los otros. (Aguilar et al., 2005), de allí que nuevamente al igual que en el caso de las creencias ecológicas, esperaríamos que por lo tanto personas con creencias en valores biosféricos tendrían una mayor probabilidad de comportase de manera pro ecológica.

1.7 Relación entre relación entre las conductas proambientales y las creencias y valores.

Estudios como los de Brito y Pasquali, en el año 2006, explican la relación entre las conductas proambientales y las creencias y valores, a través de la Teoría de la Acción Razonada (TAR) de Ajzen y Fishbein (1980), la que explica los factores que determinan el comportamiento humano, afirmando que cada persona con sus valores, creencias, información y comportamiento imprime características particulares al espacio que habita y a los elementos de dicho espacio, y destaca la importancia de la modificación del comportamiento y actitudes de cada individuo en un espacio determinado.

La TAR supone que los seres humanos son racionales, y que usan sistemáticamente la información de que disponen para la toma de decisiones. Antes de aceptar que el comportamiento social está controlado por motivos inconscientes, es caprichoso o irracional, los autores de esta teoría afirman que la gente considera las implicaciones de sus acciones antes de tomar una decisión que los pueda comprometer o no en un determinado comportamiento. De allí se deduce que toda conducta está determinada en forma inmediata por la variable intención, que se define como una medida de la probabilidad de que una persona se comprometa en un determinado comportamiento; por ejemplo, tirar basura fuera del contenedor. La intención de las personas estaría en función de dos determinantes básicas, una de naturaleza personal y otra que refleja una influencia social. La primera es la actitud hacia el comportamiento, entendida como evaluación positiva o negativa del individuo hacia la ejecución de una acción; se refiere al juicio personal que determina si el comportamiento es adecuado o inadecuado. Dentro de la determinante intención se evalúan los valores personales y las normas sociales.

De acuerdo con esta teoría las actitudes están en función de las creencias que subyacen en la actitud de la persona, hacia un comportamiento o creencias conductuales. Una persona ejecutará aquellas acciones que considere le ocasionarán más consecuencias positivas que negativas.
El comportamiento puede predecirse cuando se conoce la intención, pero solo si dicha conducta tiene probabilidad real de ocurrir en forma voluntaria. Así, las creencias conducen a la formación de actitudes y valores, el entorno social lleva a formar normas subjetivas, y ambos se traducen en la construcción o propósito de intención que finalmente determina el comportamiento hacia un objeto, persona o ambiente en particular.

Otros estudios como los de Aguilar, Monteoliva y García, desarrollado en el año 2005, y sobre la base del modelo del valor, las normas y las creencias hacia el medio ambiente propuesto por Stern y colaboradores (1999), analizan el valor predictivo de la norma moral, los valores y las creencias asociadas a la conciencia ecológica sobre la intención de reciclar vidrio, además de la inclusión de la conducta pasada. Siguiendo a Stern, Dietz y Kalof (1993) y Stern y Dietz (1994) señalaron que los valores influyen directamente sobre la intención de realizar diversas conductas proambientales e, indirectamente, a través de las creencias.

Aguilar et. al, relacionan la preocupación o conciencia ambiental con grupos de valores y de creencias específicos, y guiados por el Modelo de influencia normativa sobre el altruismo propuesto por Schwartz (1968), postulan que la realización de la conducta ambiental se produce a partir de la activación de la norma personal, entendida como el sentimiento de obligación moral asociado a la conducta o, lo que es lo mismo, una serie de expectativas propias basadas en la interiorización de los valores personales que van a ejercer su influencia sobre la conducta una vez que han sido activadas (Schwartz, 1968). Esta activación se produce a partir de que la persona tenga la creencia de que su conducta puede tener consecuencias sobre el bienestar de otras personas (AC sociales), sobre ella misma (AC egoístas), o sobre el conjunto de la biosfera (AC biosféricas), además de que admita tener cierto grado de responsabilidad (AR) sobre las consecuencias que puedan producir sus actos, estos tipos de creencias son consideradas el vínculo entre los valores y las actitudes (En Aguilar et al., 2005):

Desde estos planteamientos se han desarrollado distintos estudios sobre comportamiento ambiental, en los que se analiza la influencia de la norma personal o norma moral junto a los valores y creencias asociadas a la conciencia ambiental como determinantes de la conducta ecológica responsable, como sol los de Black, Stern y Elworth, 1985; González, Amérigo y de Frutos, 2004; Guagnano, Stern y Dietz, 1995; Stern, Dietz, Abel, Guagnano y Kalof, 1999; Nordlund y Garvill, 2002; Van Liere y Dunlap, 1978. (En Aguilar et al., 2005)

Objetivos de Estudio

a. Objetivo General

Identificar y describir las actitudes ambientales generales y hacia problemas específicos de los habitantes de las 9 comunas focalizadas por el Proyecto PRODEEM.

b. Objetivos Específicos

1. Identificar y describir las actitudes proambientales generales y hacia problemas específicos actuales (previo a la implementación del proyecto) de los habitantes de las 9 comunas focalizadas por el Proyecto PRODEEM.
2. Identificar y describir las actitudes ambientales generales y hacia problemas específicos de los habitantes de las 9 comunas focalizadas una vez implementado el Proyecto PRODEEM.
3. Comparar las actitudes proambientales generales y hacia problemas específicos previo y posterior a la implementación del Proyecto PRODEEM en las 9 comunas focalizadas.
4. Describir el impacto en las actitudes proambientales del Proyecto PRODEEM.

Metodología

Diseño del estudio

La presente investigación tiene un carácter descriptivo longitudinal, ya que su objetivo es identificar y describir las actitudes ambientales generales y hacia problemas específicos de los habitantes de las 9 comunas focalizadas por el Proyecto PRODEEM, tanto antes de su implementación como después de pasados los 3 años de su desarrollo en las distintas comunas.
Se recomienda utilizar la triangulación entre metodología cualitativa y cuantitativa. Cuantitativa, en el uso de un instrumento cuyos resultados arrojan una descripción estadística de los sucesos bajo estudio, y Cualitativa ya que puede ser complementado con entrevistas, estudios de caso u otra técnica cualitativa.

Se tratará de un estudio descriptivo, ya que conlleva una hipótesis (cambio en las actitudes ambientales una vez desarrollado el PRODEEM), y permite describir eventos, buscando especificar las propiedades importantes de las actitudes proambientales los habitantes de cada comuna.

3.2. Población y Muestra

La población bajo estudio corresponde a todos los habitantes de las 9 comunas focalizadas para el proyecto PRODEEM, mientras que la muestra esta conformada de manera representativa por los siguientes sujetos:

POBLACIÓN VERSUS MUESTRAS REPRESENTATIVAS POR COMUNAS

San Fernando (63.732 háb.): MUESTRA: 382
Santa Cruz (32.387 háb.) MUESTRA: 380
Chimbarongo (32.316 háb.) MUESTRA: 380
Nancagua (15.634 háb.) MUESTRA: 375
Chépica (13.657 háb.) MUESTRA: 374
Palmilla (11.200 háb.) MUESTRA: 371
Peralillo (9.729 háb.) MUESTRA: 370
Placilla (8.078 háb.) MUESTRA: 367
Rancagua (214.344 háb.) MUESTRA: 383

Nota: se sugiere desarrollar el procedimiento de estratificación proporcional al numero de habitantes urbano / rural de la comuna. O debido al alto numero de muestra se sugiere utilizar un muestro por conveniencia bajando el numero de muestra.

Cabe mencionar que para el cálculo de la muestra se utilizo la siguiente formula (para poblaciones conocidas):
Donde n es el tamaño de la muestra;

Z es el nivel de confianza; 1.96

p es la variabilidad positiva; 0.5 (se asume máxima variabilidad debido a que no existen antecedentes de estudios similares en las comunas)

q es la variabilidad negativa; 0.5

N es el tamaño de la población;

E es la precisión o el error. 0.05 o 5%

3.2.2 Muestreo para elección de sujetos participante por comuna.

Se recomienda realizar un muestreo aleatorio simple, de no poder concretarse se puede realizar un muestreo por conveniencia tomando en cuanta los criterios de inclusión que se detallan más adelante:
Los criterios de inclusión a la muestra serán los siguientes:

1. Estar incluido en las nominas de aleatorización o corresponder a los reemplazos esperados
2. Ser habitante de la comuna
3. Aceptar contestar.

Instrumento

El instrumento a utilizar en el presente estudio corresponde a una modificación de la Escala de actitudes ambientales hacia problemas específicos de Moreno, Corraliza y Ruiz, 2005. Esta escala fue desarrollada por los autores en un estudio con una muestra de 1433 madrileños, encontrándose que esta resulta un instrumento estadísticamente confiable (alfa de Cronbach de 0,838) para la medición de las actitudes y las creencias asociadas a estas. Consta de 50 itemes, con posibilidad de respuesta tipo Likert, asociados a cuatro dimensiones, a saber: preocupación individual, preocupación social, confianza y criterio, distinguiendo agrupaciones descriptivas de los problemas ambientales en función de las variables actitudinales fijadas.

Esta escala atiende tanto a la diversidad de los problemas representativos de la crisis ambiental como a las dimensiones personales y contextuales más relevantes de la actitud hacia el ambiente (Moreno, Corraliza y Ruiz, 2005)

Procedimiento:

Se sugiere desarrollar los siguientes pasos en el proceso de estudio:

1. Escoger muestra
2. Elegir y capacitar encuestadores
3. Aplicar cuestionario
4. Codificación de variables
5. Tabulación de datos
6. Análisis estadísticos descriptivos y de frecuencia (recomendable SPSS)
7. Conclusiones
8. Informe final

Bibliografía

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